Conoce al depredador anfibio que se autorregenera y nunca deja de ser joven.
Mágica capacidad curativa
Un ajolote herido o mutilado puede regenerar miembros, músculos u órganos enteros. Si pierde un miembro, se forma una costra mientras las células que hay debajo se dividen rápidamente para producir un blastema o masa de células indiferenciadas precursoras de un tejido. Como las células madre, estas pueden convertirse en cualquier tipo de célula especializada. El blastema sigue creciendo para dar lugar a piel, hueso y músculo. Al final crea una copia perfecta del miembro amputado.
Un hábitat mínimo
Solo se encuentran en libertad en los antiguos canales de agua y lagos del valle de México. Esta zona donde se asienta la Ciudad de México, la urbe más poblada del país, fue en el pasado un exuberante paraíso vegetal. El ajolote habita actualmente en un área que ocupa menos de 12 kilómetros cuadrados.
Tres formas de respirar
Las protrusiones plumosas que tiene alrededor de la cabeza son branquias externas. Con ellas obtienen el oxígeno del agua. Sin embargo, también absorben oxígeno por la piel y a través de la garganta.
Tragones poco escrupulosos
Son carnívoros oportunistas, es decir, que comen casi todo lo que pueden llevarse a la boca, preferentemente moluscos, gusanos y larvas de insectos. También se alimentan de bichos y peces pequeños si surge la ocasión.
Muy amenazado
En 2008, el ajolote se convirtió en especie en peligro crítico. Su hábitat está invadido por aguas sucias, polución industrial y plásticos, a lo que se une la sequía causada por la subida de las temperaturas.
Extraña reproducción
El macho produce una cápsula sólida de esperma. Este paquete de material genético es captado por la cloaca de la hembra para fertilizar los huevos, que están rodeados de gelatina protectora y se ponen por separado, pues necesitan más oxígeno que los de otras criaturas acuáticas.
Codazos y baile para ligar
El ritual de apareamiento empieza con la pareja dándose mutuamente codazos provocativos. Entonces, los dos enamorados se ponen a moverse dando vueltas como si fuera un vals, mientras se reconocen el uno al otro. El macho se pasea en zigzag, meneando la parte inferior del cuerpo a través de un movimiento ondulante que la hembra no puede resistir.
Cara sonrosada
El tono facial que ha hecho famosos a los ajolotes no tiene nada que ver con su aspecto en libertad. Los ejemplares en cautiverio son descendientes de un macho con una mutación que fue enviado a París en 1863. Tenía una particularidad genética llamada “leucismo”, misma que implica una pérdida parcial de la pigmentación. Sus descendientes fueron criados de forma selectiva para producir un cuerpo rosa con ojos negros: así son las mascotas y animales de laboratorio que se encuentran hoy por todo el mundo.
Sentidos eléctricos
El ajolote puede percibir la electricidad mediante unos órganos sensoriales especializados localizados en hileras a cada lado del cuerpo, que se extienden en protuberancias y hoyuelos en la cara para captar las señales eléctricas. Estas podrían delatar, por ejemplo, los movimientos de un depredador o la contracción muscular de una presa escondida. Los órganos sensitivos de su cabeza también le ayudan a detectar los cambios en la presión del agua. Así que el ajolote tiene dos sentidos de los que el ser humano carece.
Desarrollo interrumpido
El ajolote no sufre ninguna metamorfosis en su paso a la adultez y la madurez sexual. No tiene hormona tiroidea, la encargada de producir tiroxina para estimular el crecimiento y el metabolismo.
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