Al rescate de los colibrís urbanos

Explorando la delicada danza entre la vida urbana y la preservación de la naturaleza, este tema destaca los esfuerzos y desafíos involucrados en proteger a los colibrís, diminutos guardianes del ecosistema, en entornos urbanos cada vez más dominados por el concreto y el desarrollo humano.

De las 330 especies conocidas de colibrís, casi 60 habitan en México; sin embargo, su población en el país ha descendido notablemente. Para saber a qué se debe esta disminución y buscar la manera de revertirla, un grupo de investigadores y alumnos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llevan a cabo monitoreos mensuales para conocer el estado de estas carismáticas aves, endémicas del continente americano. 

Los colibrís urbanos, pequeños y vibrantes guardianes de la biodiversidad en medio del paisaje urbano, despiertan admiración y preocupación en igual medida.
Los colibrís urbanos, pequeños y vibrantes guardianes de la biodiversidad en medio del paisaje urbano, despiertan admiración y preocupación en igual medida.Wikimedia Commons

Los monitoreos iniciaron en 2011 con la instalación de la primera estación ex profeso en el campus de la UNAM, al sur de la Ciudad de México. Doce años después, a principios de 2023, se ha instalado otra base de ese tipo en la propia FES Iztacala, al norte de la capital mexicana, donde se creó en 2014 un modelo de jardines para colibrís, que ha sido replicado cientos de veces en zonas urbanas del territorio nacional. Estos jardines son espacios al aire libre en donde se han sembrado las flores que prefieren estas aves para alimentarse de su néctar (libar), propiciando así las condiciones para que aniden y se reproduzcan exitosamente.

El seguimiento de los colibrís en las estaciones “consiste en capturarlos y colocarles unos anillos metálicos muy pequeños que no les representan daño alguno con una numeración única. Los marcamos y les tomamos datos como el tamaño del ala, edad, especie, sexo y peso; después los liberamos para tratar de recapturarlos y saber los parámetros poblacionales de los colibrís aquí, en el norte de la ciudad”, explica la doctora Laura Núñez Rosas, académica de la FES Iztacala y responsable de la estación en ese plantel.

Gracias a esta investigación se conoce cuáles son los ciclos de reproducción de los colibrís, la densidad de su población, su salida o permanencia dentro del campus, así como, comparativamente, sus características en relación con las especies que habitan en el sur de la ciudad. Al respecto, la doctora en Ecología, María del Coro Arizmendi, directora de la FES Iztacala, afirma que “existe una especie asociada a los bebederos que está aumentando: hay muchos más individuos de Saucerottia beryllina. Antes abundaban los Cynanthus latirostris y hoy no tanto, ahora los están sobrepasando los Saucerottia beryllina. Entonces, sí hay cambios en las densidades”.

A decir de la doctora Núñez Rosas, “se sabe que algunas especies se pueden adaptar muy bien a las ciudades, otras no, y entonces se ven desplazadas. Lo que nosotros podemos inferir de una especie que se ha adaptado bastante bien a la ciudad: el colibrí berilo. Nosotros creemos que esta adaptación es por la presencia de bebederos”. Para propiciar aún más esa adaptación, desde la FES Iztacala se promueve la creación en áreas urbanas de jardines donde se siembren plantas nativas que produzcan néctar y polen para que los polinizadores, no solo colibrís, sino también las mariposas, polillas y abejas, puedan obtener su alimento sin necesidad de emigrar.

Rescatar a estos encantadores pájaros implica no solo preservar su entorno, sino también educar a la comunidad sobre la importancia de conservar la diversidad.
Rescatar a estos encantadores pájaros implica no solo preservar su entorno, sino también educar a la comunidad sobre la importancia de conservar la diversidad.iStock.

Es oportuno mencionar que la peculiaridad de los colibrís radica en su tamaño (entre 10 y 13 centímetros) y reducido peso (entre tres y cinco gramos), aunque hay especies como el colibrí gigante de Sudamérica, que alcanza los 20 centímetros. En México, la mayoría de las especies miden en promedio 12 centímetros y pesan cinco gramos. A pesar de su pequeñez, estas aves son expertas voladoras, al hacerlo de arriba a abajo, en reversa y poder quedarse suspendidas en el aire, aleteando 30, 50 y hasta 80 veces por segundo.

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