Querétaro, desde los destinos más sorprendentes, hasta los mejores lugares para comer

Recorriendola de oeste a este, siguiendo el curso de la vía asfaltada, la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda da la bienvenida con la árida cuenca del río Extóraz.

Imponente, ante la vista se extiende uno de los desiertos más antiguos de México y el extremo más austral del gran desierto chihuahuense.

Es en esa sucesión de montañas que se solapan como arrugas de una vieja piel donde las biznagas, las yucas queretanas, los garambullos y los órganos se expanden con libertad.

De pronto, el paisaje cambia abruptamente y deja paso a los bosques templados. Pinos piñoneros, enebros, cedros y abetos sumergen al visitante en el concepto de bosque aprendido en los cuentosEllos son los encargados de filtrar la lluvia al suelo, alojar a las 347 especies de aves que habitan en la reserva y capturar el dióxido de carbono de la atmósfera.

Más abajo, en el fondo de las gargantas más profundas, sabinos, álamos y sauces forman pozas que hospedan a ranas y peces. Ahí, la vida alcanza su máximo esplendor cuando los ríos y los manantiales llegan cargados de agua. Rumbo al este, la secesión de paisajes y ecosistemas continúa y se entiende entonces por qué esta reserva es la más ecodiversa del país.

La gran cordillera que se despliega desde el río Moctezuma hasta el Santa María se encuentra en su mayor parte cubierta de selvas, bosques templados y de niebla donde habitan pumas, jaguares, jaguarundis, margays, ocelotes, osos negros o los amenazados hocofaisanes.

Sierra Gorda es la segunda área protegida más rica en mamíferos de México. Pese a que los bosques de niebla apenas cubren el 1% de nuestro país, en esta zona aún existen islas de vida donde los encinos, magnolias, helechos y los liquidámbares se disputan una interminable lucha de belleza. Los primeros, con sus majestuosas dimensiones, y los segundos, con sus tonalidades verde, morado, amarillo, marrón, rojizo y anaranjado, sirven de hogar a musgos, helechos, bromelias y orquídeas que, en las mejores temporadas, son tan abundantes que convierten al bosque en un gigantesco jardín botánico.

Hongos, ranas y salamandras arborícolas, terminan por dibujar el escenario perfecto de las historias de hadas.

Aquí, la naturaleza ha aprendido a no escatimar en detalles.

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