Morena mira con recelo la elección judicial del 1 de junio. La presentación en sociedad de su gran apuesta transformadora, una sacudida tremenda a los cimientos del Poder Judicial, preocupa moderadamente a sus facciones. México elige desde esta primavera a sus jueces por voto popular y la certeza de que hay candidatos de dudosa procedencia, algunos vinculados al crimen organizado, retumba ya en el Congreso y en Palacio Nacional
No es una cuestión menor, dado el júbilo general del oficialismo con la contienda electoral. De cara para afuera, las dudas no existen. El partido guinda asume la elección de 881 cargos, entre ministros de la Suprema Corte, magistrados electorales y jueces federales, como un paso fundamental en su proyecto de país. Para Morena, el Poder Judicial encarna los males de México, la corrupción, el nepotismo y el clientelismo, el tráfico de influencias. Su refundación aparece en el horizonte como una promesa de cambio definitivo.