En las sombras de la majestuosa Peña de Bernal, uno de los monolitos más grandes del mundo, se cuentan historias aterradoras que han pasado de generación en generación. Se dice que, al caer la noche, los ecos de susurros extraños pueden ser escuchados desde lo alto del monolito. Los habitantes del pueblo aseguran que son las almas de aquellos que han desaparecido en las montañas cercanas, víctimas de accidentes inexplicables o simplemente personas que nunca volvieron tras subir al cerro.
Cuentan que hace más de 50 años, un grupo de jóvenes decidieron acampar cerca de la Peña. Durante la noche, escucharon ruidos extraños, como pasos que crujían en la tierra seca, aunque no había nadie más cerca. Cuando se adentraron en la oscuridad, comenzaron a sentir una presencia fría y opresiva que parecía seguirlos. Al día siguiente, uno de los jóvenes apareció sin vida, sin explicación alguna.
Desde entonces, cada año, en las noches más oscuras, se dice que el espíritu del joven perdido se deja escuchar en los vientos de la Peña, buscando compañía en aquellos que se atrevan a acercarse demasiado. Los más valientes aseguran haber visto luces extrañas en las alturas y han escuchado los susurros de la montaña, advirtiendo sobre un destino fatal.