En la UAQ se realiza el “Devenir con”, en el que académicos reflexionan sobre la forma en que los humanos conviven con seres vivos y el entorno
Los animales de compañía son el ejemplo perfecto de que debemos repensar la forma en la que los seres humanos convivimos con nuestros semejantes y el entorno. Al ser tan cercanos a nosotros, deben ser el vehículo con el que cambiemos la forma en la que nos vinculamos.
Esa fue la discusión central en conversatorio “Devenir con”, en el que los académicos Alejandro Vázquez, Eva Fernández, Yunuen Ochoa y Carla Suárez intercambiaron ideas basadas en la obra de la autora Donna Haraway, quien propone la construcción de espacios con animales de compañía, como lo fue la Facultad de Filosofía de la UAQ, donde hubo mascotas presentes entre el público.
“Los animales de compañía son el ejemplo perfecto de que debemos repensar la forma en la que los seres humanos convivimos con nuestros semejantes y con el entorno”, comentó Alejandro Vázquez, uno de los panelistas. “Al ser tan cercanos a nosotros, deben ser el vehículo por el cual cambiemos la forma en la que nos vinculamos”.
El conversatorio se convirtió en un espacio donde la idea de posesión sobre otras especies se puso en tela de juicio, buscando entender a los animales no como propiedad, sino como compañeros que ayudan a ver el mundo desde una perspectiva de empatía y cuidado mutuo.
La mentira de la jerarquía de especies
La figura de Donna Haraway fue central en la conversación. La autora —conocida por su obra sobre feminismo, ciencia y la relación entre especies— aboga por el concepto de “devenir con”, un proceso mediante el cual humanos y animales coexisten y se influyen mutuamente sin jerarquías.
La académica Carla Suárez señaló: “Las categorías que le damos a los seres humanos y a los seres vivos nos afectan. Debemos cambiar el concepto de que poseemos a los demás. Poseer implica abstraerse, ser como el amo de todo lo que le rodea. Hay que repensar el amor y la forma en la que nos vinculamos con nuestro entorno”.
Este evento, que forma parte de la iniciativa “Donna Haraway’s Day”, organizada por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias, buscaba demostrar que es posible construir experiencias de enseñanza y aprendizaje donde la responsabilidad, la cordialidad y el cuidado mutuo sean las dinámicas organizadoras.
“Queremos que esta experiencia abra nuevas y más posibilidades en nuestra Facultad, por lo que hemos enlistado una serie de recomendaciones para garantizar la convivencia armónica en futuros eventos”, destacó Eva Fernández.
Donna Haraway es una influyente filósofa y bióloga que ha propuesto nuevas formas de entender las relaciones entre los humanos y otras especies. Haraway argumenta que las identidades y categorías que construimos están interconectadas, y que para repensar nuestra coexistencia debemos abandonar las jerarquías de poder que perpetúan la explotación de los otros, sean humanos o no.
En su obra The Companion Species Manifesto, Haraway se enfoca en las relaciones entre los humanos y los animales, argumentando que los vínculos con nuestras “especies compañeras”, como los perros, son esenciales para comprender cómo podemos convivir de manera más ética y responsable.
El poder de la empatía a través del cine: Mi maestro el pulpo
Paralelo al conversatorio, la Facultad de Artes de la UAQ ofreció una proyección del documental Mi maestro el pulpo, en el auditorio Esperanza Cabrera, en un intento por sumar al diálogo sobre la relación humano-animal desde el cine. La cinta, dirigida por Pippa Ehrlich y James Reed, cuenta la historia de Craig Foster, quien entabla una relación cercana con una hembra de pulpo en los bosques de algas marinas de Sudáfrica.
“Si dijera que este documental es simplemente una historia de amor, no estaría equivocada, aunque sería una visión un tanto acotada sobre el tema”, reflexionó Yunuen Ochoa, quien relacionó la narrativa de la película con las ideas discutidas en el conversatorio.
Hacia un futuro de relaciones no jerárquicas
”Donna Haraway’s Day” y la proyección de Mi maestro el pulpo dejan una invitación para reflexionar sobre el tipo de relaciones que queremos construir con las otras especies que habitan nuestro planeta.
Ya no se trata solo de cuidar a los animales, sino de reconocer que compartimos una red de vida en la que todas las especies, incluida la nuestra, dependen unas de otras. Como señaló Suárez: “Repensar el amor, el vínculo y el afecto es también hacerlo desde la responsabilidad con el entorno”.
En este sentido, los académicos coincidieron en que la universidad debe ser un espacio para explorar estas nuevas formas de convivencia, no solo a nivel intelectual, sino también en la práctica. Para los académicos, la presencia de los animales de compañía en la Facultad de Filosofía fue un pequeño pero significativo paso hacia un futuro donde la educación y la convivencia con otras especies se entrelacen de manera más profunda.